lunes, 8 de diciembre de 2014
la mejor menopausia
La definición técnica de la menopausia se refiere a la última vez que
una mujer presenta el periodo menstrual, y la pregunta natural inmediata
es acerca de cómo sabemos que efectivamente fue la última. La respuesta
es muy simple; pasado un año sin sangrado podemos concluir que
efectivamente fue la menopausia, entonces el diagnóstico es
retrospectivo. Quiero aquí señalar enfáticamente que aunque se trata de
un diagnóstico, no es una enfermedad; se trata solamente de una etapa de
la vida por la que transitan las mujeres con el simple correr del
tiempo. Pensar que es enfermedad sería tan erróneo como considerar a la
adolescencia o a la edad adulta como patologías y aunque a veces nos lo
parezca al educar a nuestros hijos adolescentes, no lo son. El promedio
de presentación de la menopausia en nuestro país es alrededor de los 49
años. Los conocimientos en relación con la fisiología de esta fase de la
vida, que explican parcialmente las molestias asociadas, son
relativamente recientes, y son popularmente conocidas algunas de ellas;
los llamados golpes de calor, el dolor de cabeza y el insomnio son
ejemplos claros de circunstancias que pueden afectar la calidad de vida
de las mujeres que, además, a estas alturas del ciclo vital, enfrentan
situaciones como la natural salida de los hijos del hogar materno. Es
también cierto que en esta época de la vida hay más predisposición para
padecer algunas enfermedades como hipertensión o diabetes mellitus;
además, la mujer se encuentra en la etapa de mayor riesgo para contraer
cáncer de mama. Todo este panorama, adicionado con cambios en el estado
de ánimo, provocados por las hormonas, constituyen una mezcla explosiva
con impactos en muchas esferas, además de sufrimiento de las mujeres y
sus familias. Es ésta la razón por la que constituye un problema
sanitario mayor que, además, está en crecimiento por el envejecimiento
de la población, pero ahora la pregunta natural es qué puede ofrecer la
ciencia médica para trastocar el escenario descrito y, por supuesto, las
herramientas son múltiples. El abordaje implica partir del historial
clínico completo, controlar las enfermedades previas y efectuar una
serie de acciones preventivas. Lo que quiero poner en relieve es el
marco ético inflexible, necesario en todo el protocolo de estudio, en
virtud de la enorme cantidad de fármacos que aparecen cotidianamente,
cuya pretensión es aliviar o controlar asuntos que a veces no causan
ningún síntoma, por lo que al menor descuido, tanto el médico como la
paciente pueden caer fácilmente presas de un comercio poco legítimo. En
la clínica de Menopausia y Climaterio a mi cargo, acá en el Hospital
Ángeles Pedregal, tenemos como principio fundamental evaluar con detalle
los cambios en el estilo de vida necesarios para cada mujer en esta
etapa con una ponderación cuidadosa y personalizada de los objetivos.
Cito como ejemplo al ejercicio físico, que constituye uno de los ejes
torales para el control de los síntomas (además de los fármacos), pero
que requiere de una evaluación precisa de la factibilidad en cada caso,
es decir, de nada sirve intentar prescribir ejercicio a una mujer que no
lo va a realizar. Nuestra evaluación integral pasa por muchos detalles
que tienen por intención tomar todas las acciones necesarias para evitar
o por lo menos disminuir el sufrimiento descrito y ofrecerle a nuestras
pacientes la máxima seguridad en términos, por ejemplo, de la
prevención del cáncer o las enfermedades degenerativas.
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